martes, 30 de julio de 2013

Luna


Cuando la Luna no tiene luz, le hablo despacito, sin prisas, con la confianza que da la noche. Está ahí en zapatillas, relajada.

Le voy contando que cada vez entiendo menos. Que el otro día me preguntaron cómo se escribía una palabra con b, v… no lo sé. No lo se. Cada vez que tengo que oírme un no lo se, no se lo que siento.

Antes parecía fácil saber, entender, escribir, soñar, viajar, querer, volver, regalar, dormir; ahora…

Hablar con la gente es lo que me consuela, alejarme del ordenador, de internet, mirar a la vida con la cara de asombro de los niños que se toman su helado de chocolate, dejando rastros de fondán en sus labios, en sus mofletes, en su nariz, en su mirar.

No importa, porque será la misma brisa del Mediterráneo la  que moverá esta noche el  abanico de colores en tu corazón.

Cántame lo que sientes, préstame tu reír, Luna, quédate, que si no, me engañan hasta en la pescadería.

Cuando llegue tu luz, cuando te vea y te rías y tu pelo y tu voz y tu pañuelo…

Selene esta noche estás tan guapa, que hasta tu bostezo, plata fina del Albayzín, lo grabaré en la madrugá.

Bulevar vacío, agua en calma. No me canso, en susurros …hasta que viene el sueño.

Noche en la ventana, gesto de seguir tu camino,  último intento, por bulerías:

Quédate un poquito más, Luna, porque dicen que a veces se tarda el alba.

Vida, llena de verde, de agua, de soles y  de atardeceres y gorriones, de mundos, de libros, de música de ti… sólo queda vivirlo.

miércoles, 24 de julio de 2013

El bosque


Ya no tengo más bosque donde ir que al del poster grande sujeto a la pared por cuatro chinchetas verdes; paisaje arbolado, lleno de música, veredas que llevan y traen según tu alma tenga pena en su mirar…

Hay dos colinas: la más concurrida, la del jamón, con sólo decir tengo hambre, te sirven  una ración de ibérico de bellota bien cortado, finico, veteado. . . enfrente están las  bebidas. Enseñando el jamón tienes barra libre. En medio un valle, mesas y hamacas de diseño ergonómico que miran al cielo.

Allí crecen los recuerdos entre palmeras datileras, fresas silvestres, violetas de fragancia nocturna, ríos de poesía con peces que recitan a Calderón, Lope de Vega y a Shakespeare en inglés, no hay celos.

Luego, andar descalzo sobre el césped del bulevar,  renovando las ilusiones por cada una de tus miradas, tuve miedo.

Música que arranca sin pedir permiso.

Arenas blancas, guía de cumbres dibujadas, las más cercanas, allí están, entre nidos de manos, las dos primeras lágrimas de amor, el primer te quiero, y la promesa eterna, poesía de rimas inocentes, beso que sólo en sueño se encendió…, hormigas con alas.

Bosque, me tienes enredado. Que cante tu aurora, que baile tu luz, que haga de palmero tu sol, que lloren tus estrellas. Reflejos de faro, guía de barcos cargados de especias.

Buscando las palabritas que derramaron tus labios, busco en la  Alhambra, esta noche serán jazmines; pregunto a las flores de viento, duduk de enamoraos que duermen seguros protegidos por la luna. 

Ya no hay prisas, sólo que si no estás… no hay vida ni la cerveza estará fresquita.

Quejío de un cante flamenco que sabe a vainilla, guitarra de palo santo, emoción que brilla en quien te escucha. Sentimiento de los pobres que no entendemos ná.

Hoy el único bosque que busco es el que dejé atrás sin saber que los caminos eran de agua.

Peregrino, con las manos en los bolsillos, voy por ninguna parte, preguntando al campo, al aire y a los trigales.

Cautivo de tu nombre, cautivo del vino, te vieron por Granada, por el Albayzin, te sigo.  En su mirador de San Nicolás, esta noche, brindaremos con la Luna. No me faltes.

 

jueves, 18 de julio de 2013

El pozo de los deseos


No había descanso. Aquel pozo aparecía a la sombra de una acacia, ofreciendo la plenitud en medio de la nada de cada día, de cada instante. Sus aguas rozando los labios,  vergel,  miradas a tu recuerdo.

Todo lo vestía de color: la tristeza, la soledad, los miedos, los pensamientos destemplados, inmisericordes, los recibos del impuesto sobre bienes inmuebles, el seguro del coche, del hogar, el teléfono, la luz; todo lo aguanto, pero las madrugás sin ilusiones…

Te ibas a Kinsasa, a Burundi, a Burkina Faso, o yo no sé dónde decías, a un dispensario médico, a pasar fatigas. Vente conmigo, salimos el sábado y tengo los billetes abiertos. Un mes allí, en medio de selvas y cielos y noches de luna africana, sólo la vida es tan bella... allí. 

No podía dormir, se levanta y por un wasap le dice que va con ella.
Todo lo superó, las colas de gente que por el boca a boca, venían de muy lejos, de otras tribus, con sus heridas a cuestas, sus hambres y sus miedos. Como yo. 

Unos padres se presentan descompuestos, su niña de 7 años se ha tragado una moneda, la tiene en el esófago.
La anestesia; sin el instrumental necesario, se apañan como pueden. Consiguen extraer la moneda que al cambio equivale a un céntimo. Moneda que ahora se ha convertido en la de mayor valor, la que vale más y es lo que piden a los padres por  su trabajo.
Ríen, están de acuerdo. Se dan por bien pagados, abrazos y miradas de final feliz, agradecidos se van. A la niña no se le ha pasado  el susto y tiene sueño.

Sol descarado cómo me haces tan feliz, cómo la vistes así, cómo puedes ser …
Miles de mariposas vienen de todos los rincones del  universo se van posando en un viejo pozo cubierto por ramas centenarias hasta que lo convierten en el pozo de los deseos, luz de oro, besos de plata, palabras de bronce, brocal de rosas, agua bendita.

Una moneda une a dos manos, a dos corazones, a dos sueños que en mitad del querer...  se están amando. Dejan caer la moneda, se vuelven a mirar y ven estrellas, planetas, una luna les canta.
De todo lo demás se encargaron los espíritus de las aguas: cumpliría sus deseos en los próximos mil años, en ellos, en sus hijos, en sus nietos...

 
 

miércoles, 10 de julio de 2013

Mirando un cuadro: Membrillero (1961), Antonio López.




 Aquí te digo. Que hasta donde llegaba el aire acicalado de tus frutos, era campo virgen. Bien enmarcado llevarías tu brisa a cualquier alma acalorada.

Sin que supieras que cada hoja que te envuelve y te abraza, y te espera y te mima, era yo.

Sentí caer una flor hecha de sueños, con el ansia que no termina, empecé a cocinar una receta sugerente. Presentada de  mil maneras en los reflejos de soles y lunas… cura toda clase de  heridas.

En la madrugá, solo me quedé… mirando. Cosa más bonita de cuadro.

Estar a tu lado será suficiente para no morir nunca, no te vayas muy lejos.

Y cuando la lluvia empapa y huele a tierra brava, ahí estás. Recién salida de la ducha, contando cada gota de vida que resbala por tu piel, pelusilla de mi corazón.

Con ansia me embelesaban los velos del sol, etéreo sol de los membrillos. Te hacía tan hermosa que no podía remediar plantar besos de clorofila, poemas de tinta verde. Caricias pintadas entre las hojas silvestres.

Con el insomnio necesito no que conviertas las derrotas en victorias… pero  cura la herida que no cierra.

En Sierra Mágica, hay una cima que le da un toque flamenco al eco que devuelve. Dices… ¡Ay! Y se escucha con una voz afillá, un jipío que quita el hipo. Hasta allí subí para soltar un:

“ Que buena estás... Carmen de membrillo”.

Más cuadros en el museo de Neogéminis.





jueves, 4 de julio de 2013

Declaración de Independencia vs Declaración de amor


Estoy, haciendo una declaración de independencia, sabiendo que estoy a merced de las olas. De los vientos, de tus palabras, de tus risas, de tus ocurrencias, de tus proyectos, de tus miradas, de tus vestíos, de tu fragancia, de tus gestos, de tus pendientes, de tus ilusiones, de tus uñas pintadas de añil, de tu manera de decir, de tu forma de pensar, de las formas en que coges el tenedor y la cucharilla, del viento que ondea tu cabello, del brillo de tus…

Todavía hago pie. Sirenita se me acerca por estribor; sirenita no, sirenaza morena de ojos acaramelados, lunar a juego en el entrecejo y gesto feliz, desenfadado, seguro, de los que te pierden y no te das cuenta si es año bisiesto hasta que pasen otros cuatro añitos.

Todavía hago pie, siento la arena y puedo con el agua, la sigo.

Imagen reflejada en la voz, de un cante que sólo a ella escuché. Insiste en que lo mejor será para el final, cuando lleguemos.

Vamos enganchados como dos velcros que pasean así por primera vez.

Ya no hago pie, los rayos de sol nunca han sido tan sinceros. Y mi declaración ya sólo es de amor.

Da lo mismo que las medusas de cada día me rodeen, que los tiburones se queden con la mejor tajada, que los pulpos acaparen con todos sus brazos y que como siempre los demás terminemos redactando  libros llenos de títulos, capítulos, secciones y artículos declarándonos independientes.

Todos somos,  sorbo a sorbo cubitos de hielo en forma de palabras para la ocasión que al derretirse dan luz, las más suave, la que no podrás dejar de sentir, presencia fugaz y en su fugacidad, calor de una noche de 4 de Julio.

Casiopea brilla tanto que parece haber bebido del amor de un alma que se acercó demasiado.

Espero el día en que sean tan sinceras como tú, porque entonces ya no harán falta.