Busqué mil amaneceres
entre cielos de papel, para borrar tu nombre.
Y en la inmensidad, el reflejo azul de tus labios, distantes y
escurridizos como un mal pensamiento.
Espeleólogo buscando un
beso, ¡qué si no! Siempre perdío, en cuevas infinitas, sólo, sólo me alumbra la
cerilla de tu recuerdo y pronto me quemaré si no la apago.
Tu cante por soleá llevó clavao y abre mis heridas, y no cierran , quizás mañana, duele, duele cada
noche.
Me echo crema de menta
y eucalipto en el pecho y respiro hondo, es un alivio para la congestión nasal,
sentimental, emocional, vital, pellizco en el alma untuoso que caduca pronto.
Tu eres el Sueño que
pasea entre trigales inacabables, ilusión de buscar la espiga suelta, la que el
viento llevó hasta el campo de amapolas.
Sin miedos, entre
árboles rojos y nieve blanca, ni montañas, ni el Atlas, ni todas las cumbres, eras
viento a compás … eras arena que al sol se rinde y quema.
¡Tú, Tú…! ¿quién si no?
Campiña de mi
Andalucía, si no te hubiera conocío, si no te hubiera besao, si no me hubiera
aprendio tus lomas, asomao a tus ventanitas, si no hubiera rozado tu piel, si
no supiera dónde escondes tus cosquillas, si la Luna no nos hubiera salpicao, si
aquel cante no me hubiera puesto los vellos de punta…
Entonces, miraría a
otro lao.
Flamenco errante, feliz,
gastaría cada minuto preguntando dónde se cuecen tus pucheros, y hubiera sido un Prometeo comiendo garbanzos
en tu cocina.
Porque labios como los
tuyos no hay, podría encontrar acaso unas cejas parecidas, pero tu mirar… tu
mirar fue creado para verte; verte y no dormir, música que jamás se repite,
añoranza de la rosa, Albayzín, quejío de Morente.
Esperanza de tenerte,
como el aire que duerme en el canasto de mimbre entre libros y apuntes de latín.
He tomado magnesio para
ser más fuerte, y colágeno para aguantar tu ausencia y después de las lentejas como
naranja para asimilar el hierro y asimile de camino que no te tengo, y lecitina
de soja para que sea emulgente o indulgente que para el caso…
Pero tú, tú eres, más
fuerte, tanto como el silencio, como la hormiga que lleva una pipa grande, como
el sabor de un beso a mandarina, como tu forma de reír, como la silueta de un no
sé como se llama, como el verso suelto esperando que pases por allí ; y con
todo cómo es que no me atrevo a decirte que … no me atrevo, otro día será.