jueves, 10 de abril de 2014

Este jueves, un relato. ¡Qué arte, mi arma!





¡¡¡QUE ARTE MI ARMA!!!
Si un ruiseñor flamenco se acerca a tu ventana, no le des alpiste ni agua, mejor un dedal del aguardiente que tus  labios destilan cada mañana.
Tu alma anuncia el alba, campanitas de San Andrés, aromas de café. Entiendo mejor lo que sientes cuando te miro.
¡Ay! qué cielo podrá serlo sin tenerte a mi laíto, reflejo del Universo, diamante herido, cometa que sorprende, recuerdos y Lunas; dudas.
Estrellas tan hermosas que brillando dan vida, en cada beso, en cada cielo, pulseritas verdes como el olivo.
Aceite de aromas silvestres y sabor almendra… Dónde lo venden. Tostadas, tomate raf recién rallado, pan de Alcalá de Guadaíra, guárdame a mí media cada mañana.
Entre tantos sillares de piedra que tiene una catedral, fue el humilde barro en una de sus puertas el que nos hizo soñar.
Con Bécquer en Bellas Artes son poesía tus calles, miradas escondidas en barrio de Santa Crúz… dime: si nos hubiera tocado la lotería; ¿el diseño de aquella reja, la cerámica de Triana, un balconcillo, o tu risa,  piropo andaluz, valdrían tanto?
¿He dicho reja?
 -Soleá:
Tus rejas no son de hierro,
Tus rejitas ya no son de hierro,
Le he dicho cuatro cositas…
Se han vuelto de caramelo ”.
Fuimos a la seta gigante, subimos la montaña blanca en ascensor.

Asombro y belleza, allí os esperé.  Estabas tan bonita que la brisa de la noche me trajo los ecos de una saeta que en aquella misma plaza se cantó, nos cuenta M.Barrios:

Manuel alto como una Torre, esperaba aquél momento en que las raíces todas de la tierra habían de enredársele para la conjunción milagrosa de la musa, el ángel y todos los duendes. Fue una mañana de Viernes Santo, Manuel Torre estaba en el balcón, y, al aparecer en la calle el paso de “La Sentencia”, él, en tensión los nervios,  apretando los hierros de la baranda, la voz densa, recibe a la imagen con la mejor saeta que se ha cantado en Sevilla. Cuando cierra el pellizco del último ¡ay!, la gente que asiste, pasmada, al acontecimiento no aplaude ni vitorea. Todos sacan los pañuelos, en silencio, y la plaza de la Encarnación se convierte en un inmenso aletear de palomas blancas. Una señora mayor llora y reza: ¡Dios mío que no pase este momento!
Noche sevillana, ¡Ay, qué sentí! cuando  una alfombra mágica nos llevó a la terraza de las Mil y una Noches.
La Giralda más flamenca, poesías de Almutamid, sueño, sal marinera, Guadalquivir, Lunita, cómo nos dejaste ir…
Ella, nosotros, bandejas, cerveza, más bandejas, más cerveza, pimientos rojos que adornan el Olimpo;  Faro de Alejandría, caracol que sube por las esquinas, Basílica de amigos, Mantón de Manila que  se hace mariposa de colores cuando abre sus alas, canelita en rama, primavera en  minifalda.
¿ Y ese bacalao con tomate que Toñi me cedió ? Ahí descubrí, que aunque se enfade un poco Pepe, yo de su lao no me separo.
Cuándo hemos desayunado Manzanilla, cartuchos de patatillas y un vaso de almendras del Salvador. ¡Ole!
A Cristina, nuestra periodista oficial, la ví tomando notas.
Habrá días que serán como tierra seca sin labrar, terrones olvidados; entonces nos quedamos en la cama y leemos bajo los tilos.
Sevilla, me llevo todo de ti, los sobrecillos de gel del hotel, la calma y la risa de tus jueveros; tu sol y tu sombra; tus sueños, ¡ que arte tienes, mi arma!
¡¡¡Sevilla, que bien tratas a quien se deja querer!!!
¡¡¡Gracias a todos los que han hecho posible nuestro encuentro!!!


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