Aquí te digo. Que hasta donde llegaba el aire acicalado de tus frutos, era campo virgen. Bien enmarcado llevarías tu brisa a cualquier alma acalorada.
Sin que supieras que
cada hoja que te envuelve y te abraza, y te espera y te mima, era yo.
Sentí caer una flor
hecha de sueños, con el ansia que no termina, empecé a cocinar una receta sugerente.
Presentada de mil maneras en los reflejos
de soles y lunas… cura toda clase de heridas.
En la madrugá, solo me
quedé… mirando. Cosa más bonita de cuadro.
Estar a tu lado será
suficiente para no morir nunca, no te vayas muy lejos.
Y cuando la lluvia
empapa y huele a tierra brava, ahí estás. Recién salida de la ducha, contando
cada gota de vida que resbala por tu piel, pelusilla de mi corazón.
Con ansia me
embelesaban los velos del sol, etéreo sol de los membrillos. Te hacía tan hermosa
que no podía remediar plantar besos de clorofila, poemas de tinta verde.
Caricias pintadas entre las hojas silvestres.
Con el insomnio
necesito no que conviertas las derrotas en victorias… pero cura la herida que no cierra.
En Sierra Mágica, hay
una cima que le da un toque flamenco al eco que devuelve. Dices… ¡Ay! Y se
escucha con una voz afillá, un jipío que quita el hipo. Hasta allí subí para
soltar un:
Me gustó mucho eso de "llevarías tu brisa a cualquier alma acalorada"
ResponderEliminarUna historia muy sensual bordada a partir de la turgencia de unos membrillos pintados!
Un abrazo y gracias por participar!
Vas mejorando en los jueves, me gusta, a lo mejor deberías participar más.
ResponderEliminarUn abrazo.
Cuánta poesía y pasión acompañando la pintura.
ResponderEliminarSuena a susurro amoroso, sabe a dulce... huele a membrillo y amor florecido. Me ha encantado!
Un beso, y desde ya te sigo:
Gaby*
Susurras piropos, declaras tu amor y tu fascinación y nos dejas una grata sonrisa con ese final exclamado.
ResponderEliminarBesos.
Leonor.
Dulce este texto, tan dulce como esa carne de membrillo y es que el amor es así, un run run que va calando, un bocado en las mismas entrañas ...
ResponderEliminarUn abrazo.
¡me encantó leer tu poema José Miguel! ¡gusto en conocerte!!
ResponderEliminarQué poema más romántico, y hermoso!!!
ResponderEliminarDulce, suave, se siente.
Un abrazo.
Evocadora visión del cuadro Menbrillero, la que nos haces, José Miguel. Se huele, se degusta, se deja uno acariciar por esa pelusilla. Pero eso sí, el piropo último a esa Carmen del Membrillo le rebaja un tanto el nivel poético.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
Cuadro igual de bonito que tu escrito. Una descripción que da ganas de comer eso tan bueno que nos está preparando Carmen.
ResponderEliminarUn abrazo
Te ha quedado precioso, José Miguel. La próxima vez uno sobre las brevas ;) jajajaja. Un beso.
ResponderEliminar¿Por qué será que cuando escribimos de comida acabamos caminando por los confines de lo sensual y viceversa? ¡Qué pervesos somos los escritores! Muy sugerente y apetitoso texto.
ResponderEliminarUn abrazo.
ES precioso esta lleno de vida y amor felicidades
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