La tienes tú y no me la quieres dar, vas por la calle
recreando un sueño que sólo anda por ahí. Si paseas, pasea; si te detienes, se
para; si despiertas, te mira; si duermes…
Repasas la compra: tomates y cebollas, patatas y zanahorias…
que no se me olvide el perejil. El perejil que no se te olvide, mejor olvidar
al que va por ahí preguntando a cada estrella, a cada planeta, a cada anillo, hasta llegar al último rincón del
infinito, supernova lejana, por si te han visto pasar esta mañana.
En el silencio se escucha tu cante, corazón que se hizo
flamenco, revolaina de un te quiero por soleá, gesto del que no está sabiendo lo que sientes.
Aceite de olivares centenarios, pan tostao en el chisco de la
chimenea, manzanas de río…
¡Ojito con mirar!, porque el que te mira, abandonará su sino
para pasear por vergeles de luz, el que te contemple, está perdío pa tó la vía.
Estoy embrujaito. Si el aire mueve una flor me lleva a ti; si
un niño gatea en el bulevar, me lleva a ti; si un perrillo juega con la hierba,
me lleva a ti, si del coche parado en el semáforo escucho… ¡Perdone, cómo se
llama esa canción!. Ni idea.... también me me lleva a ti.
No hay horas del día, de la noche que no tengan tu risa, tus labios, tu luz.
Vuelo a tu lado por si te veo cocinar y ver la receta que más
quiero, miro por tus ventanitas y me las encuentro con las cortinas echás.
Receta de pensamientos llevadme al mercado que quiero garbanzos
para hacer un cocido, que hierva cinco
horas. Con su caldico, sopa de fideos;
con la pechuga del pollo, croquetas; con lo que sobre, ropa vieja, y luego…
Descubriré que la única receta mágica que tengo es la de
quererte al compás de una guitarra.
Te llevaré en brazos, Luna, con el viento de cara, novia de velo
en calma, cometas de rastros infinitos, hilos de colores, pulserilla que no se desata.
Cuando el alba bese tu frente, y el café esté recién molido…
regálame dos miradas de enamorá.
Amanece, todo el aire es aroma, galletas maría recién horneadas,
chimeneas de cuento en una fábrica que tan cerca se ha quedado de un Jaén que
busca el desayuno y tu despertar. Mira si te quiero, si no me camelas… ni lo
huelo.
Embrujaita me tienen tus palabras. Tus relatos están llenos de vida, de alegría, de magia, de color.
ResponderEliminarMe huele a Andalucía.
Besos.
Leonor
Que no se te olvide una pizca de sal en el aceitesobre el pan tostao... Un abrazo de los cuatro, compañero. Feliz día.
ResponderEliminarJosé Miguel, hermosa receta donde mezclas cante, luna, olivares, viento en la cara, cocidito con pringá y amores con compás de soleá.
ResponderEliminarMuy flamenco lo tuyo.
Yo me conformé con enseñar a nuestros amigos la receta del flamenquín. (Prosaico que es uno).
Un abrazo.
Muy Bueno como siempre, pero me falta tu cante por soleas. Saludos.
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