miércoles, 11 de diciembre de 2013

Invita la almohada...


Cada vez que te veo, en sus hombros me suben  las montañas más flamencas y  allí en sus cumbres respiro tu cante azul y libre.

Huele a  clavito y canela y trocitos de sueños, se escuchan tus latíos y los ríos cambian de curso sin saber por qué.

Tormento apasionado no me hagas penar más, déjame un momento que quiero recordar sus formas…

La de mirar, de reír, de hablar, la de coger el móvil, de sentarse, la de llevar el compás, la de arreglarse, las del movimiento de sus pestañas. No sé como lo hace para que todo sea tan, tan,  tan. Pero así es.

Si calla, ¡ay! sus silencios; si  ríe, hay risas en mí, ¡ay! si no me diste un beso, ¡ay! si entornaste los ojos tres veces, ¡ay! si tosiste dos, ¡ay! si no me has mandao un wasap en todo el día, ¡ay, ay, ay! que sí, que contigo me quedo, aunque enloquezca, y que malico me pongo, me muero, me muero si no te tengo.
Pero no te quiero, se le digo a mi almohada;  y enseguida me responde un… ¡anda ya!, cómo la vas a querer, si la quisieras no podrías cantar una soleá sin llorar como lloras, ni al irse tu pensamiento con ella te darías un corte cuando te afeitas, ni en la ducha las pompas de jabón se quedarían suspendidas delante de tu nariz.

Que no, que no, que si la quisieras no oirías su voz cuando pasa el Sol por tu ventana, ni soñarías que la sueñas, ni te despertaría el sonío de una guitarra, ni estarías preocupao por no saber si estará mejor de la garganta, 
¡ anda ya!   Tú no la quieres, quédate tranquilo.

 ¿Tranquilo?... Ahí es cuando no puedo más y le repregunto. Entonces    por qué tengo esta penita aquí, y aquí, y aquí… y por qué me quedo mirando la Luna , y por qué me puse, con prisas de verla, el jersey del revés, y por qué he vuelto a Bécquer, y por qué me voy al campo buscando soledad, y por qué cuento las hojas que caen en el bulevar.

Pues por eso, murmura al oído, porque no la quieres, tú estás paseando, de su mano, muy cerca del Olimpo, respirando las miradas de unas nubes apasionadas,  bebiendo el elixir de lo que amargará infinito si algún día te faltaran sus besos, sus caricias, su aliento, su voz, y sus enfados; de todas formas… pídele a Baco un coctel de piña colada, que invito yo. Y duerme tranquilo que tú no la quieres, tú lo que estás es colaíto perdío, Dios mío, colaíto perdío…  quién pudiera.

 

6 comentarios:

  1. ¡Cómo disfruto leyendo lo que haces!, le das un matiz tan tuyo que lo reconocería entre mil.
    Un abrazo

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  3. !Anda ya! Y dices que no la quieres, engañosa almohada, copla sentida, anda ya que me has prendado en cada una de tus letras. Besito.

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  4. Lo mismo de colaitos que nos tiene esa prosa tuya, que sabe a manzanilla y suena con el ritmo alegre de una rumba flamenca.
    Mi admiración y un abrazo.

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  5. El primer día oyendotelo recitar, nos dejaste sin palabras. La segunda nos hiciste sonreir y hoy me parece más bonito todavía.
    Un beso, pedazo de poeta.

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  6. Ole! Y ole!! Tus hermosas letras flamencas que me dejan encantá.
    Un beso grande!

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