Si alguna vez el
rasgueo de una guitarra te dejara ausente, si el quejío del flamenco te
traspasara hasta llegar al fondo de tu alma, entorna los ojos porque lo que
sientes es tan puro como el reflejo del lucero en un cielo raso de noviembre…
Río que quiere ser mar,
olas que a compás te llevan a Triana de la mano de un cante de La Lole, manojito de piropos encendidos, donde
hubo rescoldos hay fuego escondío.
No hará falta traje de
volantes ni de lunares, tú eres mi inspiración y mi vida y mi sueño.
Tu cante, mi vino. Tu mirar,
mi feria. Tu sentir, mi poesía.
Entonces la vida será la
varita que se arranca del un olivo, siempre con hojas aunque nieve y haga frío.
Así te quiero yo.
Escribir una soleá en
el aire no se puede, si la tinta no es de aceite virgen extra y no se siente la lágrima que derrama.
Letras de flamenco,
amores que han llegao donde han querío, no más lejos, unos besos por wasap…parece
poco, a mí me han vuelto loco.
A los flamencos le
sobra tó, menos un juntarse a comer jamón, tener fresquito el fruto de vendimia
fina de Sanlúcar, unas gambas de Huelva
bien cocias, unos camarones y dolerte, por bulerías, al sentir:
¡Ay! me voy a bordar tu
nombre,
en las trenzas de mi pelo,
con hilillos de colores,
pa que veas cómo te quiero.
Cierro los ojos y escucho el rasgar de la guitarra y el quejio de tu voz. Flamenco puro, poesía viva.
ResponderEliminarUn beso o dos.
Un verso de Gerardo Diego y una "solea":
ResponderEliminarLa guitarra es un pozo
con viento en vez de agua.
Será que no se contar
que cuando canto mis penas,
me salen penas de más,
será que me sobran penas
Con tus escritos, me transportas a esa tierra a la que tanto amo.
Un abrazo.
Pues pongo mis orejas al viento a ver si me llega el quejío de sus cuerdas, de las seis...
ResponderEliminarCuatro abrazos, dos grandes y dos más pequeños orientales.