Me habéis hecho llorar
mientras iba leyendo vuestros comentarios, poniendo el dedo en cada palabra os
he sentío más cerca, en cada vocal, sin excusas de buscar nada que no sea
nuestros lazos. Venía emocionao del Pepe Polluelas.
Y ahora ... escribimos sobre los celos, así que sigo llorando, porque eso y hacer pedacitos un corazón hasta dejarlo como la
libra de pan para hacer migas en el campo de Fernando, es lo mismo.
Lo que diga a partir de
aquí es confidencial, sólo para nosotros. Lo negaré con fuerza erga omnes.
Voy dando traspiés como
niño en sus primeros pasos, asombro de la vida, brazos a medio alzar,
equilibrio sin ti no hay, aunque lo busque en el Gin-tonic con un buen Yantar.
Veo que la tierra aguanta, y sé que estará ahí cuando caiga, no pidiendo nada,
eso me tranquiliza, algo.
La quiero tanto, que no
demuestro celos porque es tan, tan, que …
Lleva dentro un
Pacífico azul, pero azul, azul de los que no
se dan nunca, salvo que la Luna esa noche tenga el mismo contorno de sus
ojos; entonces emerge de las aguas, recién peiná, pelo recogido con peineta de coral,
y por bulerías cuajadas de requiebros que sólo
ella conoce, canta:
¡abrazame! , ¡Ay! hazme
un laíto en tu cama, que quiero dormir contigo, llamarte por la mañana.
Me conformo con haberla
conocido, el roce de sus manos hubiera bastado para llenar mil páginas, más de
lo que nunca escribí.
Quererla más… por hoy,
no puedo.
Si me pregunta, mirándome
de cerca, como sólo ella sabe hacer … ¿tienes celos?
Está claro que teniendo
tan cerquita los Cerros de Úbeda, por allí saldré.